En caso de batalla, el morrión era una protección formidable, un casco con forma de media almendra para hacer resbalar los golpes, tenía en su interior un capacete de tres o cuatro correas cruzadas que apoyaban en la cabecera, daban ventilación al casco y amortiguaban los golpes verticales. Sus alas casi horizontales contribuían a que los golpes verticales no llegaran al cogote, las orejas o la cara.
La parlota surge en el siglo XVI mediante la evolución de los gorros o birretas, haciéndose más anchas y holgadas. Se pusieron de moda en la España de Felipe II. Eran usadas por hombres o mujeres, así que los soldados también acostumbraron a vestirlas, generalmente decoradas con plumas de colores