Las convulsiones en la Corona de Castilla tras la muerte de Fernando el Católico fueron el escenario propicio para que los antiguos reyes navarros intentaran recuperar el reino.
Durante la Semana Santa de 1516, las tropas de Juan de Albret asediaban la fortaleza de San Juan de Pie de Puerto y se hacían con el control de Roncesvalles, aunque a diferencia de lo que se esperaba, el apoyo no fue tan grande como el esperado y finalmente fueron derrotados en Isaba y numerosos agramonteses fueron hechos prisioneros por las tropas castellanas. La iniciativa fracasó y las plazas fuertes del reino de Navarra y fueron derribadas por orden del regente cardenal Cisneros.
El intento fallido de recuperación del Reino de Navarra provocó el incremento de las hostilidades entre las monarquías de Francisco I y de Carlos I. Tras las muertes de Juan de Albret y de Catalina de Foix, el heredero al trono era Enrique II de Albret. Las negociaciones entre la monarquía hispánica y los Albret no llegaron a buen puerto para devolver el reino navarro a los Albret, a lo que se sumó la elección de Carlos I como emperador del Sacro Imperio Germánico el 28 de junio de 1519, lo que supuso la ruptura total con Francisco I.
La guerra se inició en diferentes frentes, sobre todo en el ducado de Milán, Países Bajos y Navarra. En el interior del territorio hispánico, el levantamiento de los comuneros convulsionaba también el reino, por lo que todo esto fue aprovechado por Francisco I para enviar el 10 de mayo de 1521 una expedición compuesta por tropas de diferentes territorios y no todos pertenecientes a la monarquía de Francisco I, por lo tanto no franceses, bajo el mando de Andrés de Foix, señor de Asparrot.
Asparrot ocupaba San Juan de Pie de Puerto y el 16 de mayo Roncesvalles y el castillo de Maya, el 19 de ese mismo mes se encontraba a las puertas de Pamplona que capitulaba el 21 de mayo. La heterogeneidad de las tropas de Asparrot consiguieron el control del reino navarro y asaltaron Los Arcos, territorio castellano en esos momentos y se dirigió a poner bajo sitio la ciudad de Logroño. Las circunstancias hicieron que el 23 de abril de 1521, la revuelta de los comuneros fue aplacada, y todos los esfuerzos de la monarquía hispánica se dirigieron a levantar el asedio de la capital riojana y a volver a recuperar el reino de Navarra. Castellanos y aragoneses movilizaron sus tropas a cargo del duque de Nájera y del conde de Lerín.
La defensa de la ciudad de Logroño hicieron que las tropas de Asparrot se retirasen hasta Noain, donde el 30 de junio de 1521 fueron derrotadas por las fuerzas castellanas y prácticamente se ponía fin a las aspiraciones de los Albret por recuperar el reino, aunque permanecerían con el control de la Baja Navarra, más allá de los Pirineos, de hecho, en 1589, Enrique de Borbón, nieto de Enrique II de Albret se convirtió en rey de la monarquía de San Luis.
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